Four Lions: Cuatro leones luchando fieramente por sus principios

Se estrena este fin de semana en España la británica «Four Lions» (2010), una extravagante comedia basada en los miembros de un grupo de torpes yihadistas islámicos afincados en Inglaterra que pretenden atentar en la ciudad de Londres, que ya causó sensación en el pasado festival de Sundance. Si bien su director Christopher Morris no es muy conocido en los circuitos cinematográficos, sí lo es en el mundo de la televisión, gracias a la divertida serie “The IT Crowd”, traducida en España como “Los informáticos”, donde interpretaba al excéntrico director de Industrias Reynholm, cargada de humor irónico y absurdo.

Por ese motivo, gran parte del humor de la película parece tener referencias al mundo de la televisión, como las escenas iniciales que recuerdan a las parodias de la serie “Padre de Familia” acerca de la grabación de los mensajes terroristas que enviaba Bin Laden a los medios de comunicación hace algunos años, tratando de responder con ironía a algunas dudas que nos pueden surgir: ¿Cómo se graba un vídeo en el que el objetivo es atemorizar y amenazar al espectador con rudeza sin que exista una pizca de comicidad? ¿No se sentiría Bin Laden como una estrella de la televisión igual que cualquiera que se pone delante de las cámaras, pero sustituyendo el micrófono por una metralleta?

Kayvan Novak en Four lions (2010), Osama Bin Laden, Parodia de Bin Laden en la serie "Padre de Familia"

Kayvan Novak en Four lions (2010), Osama Bin Laden, Parodia de Bin Laden en la serie "Padre de Familia"

Con la torpe grabación de uno de estos vídeos da comienzo el film, cuyos protagonistas pretenden utilizar para obtener reconocimiento entre los radicales islámicos. Las situaciones cómicas se suceden escena tras escena reflejando la ineptitud de los terroristas, desmitificando el poder obtenido en los éxitos de sus acciones saltándose las políticas de seguridad de occidente (11-S, 11-M, etc.), y recordando al espectador sus múltiples fracasos como los atentados en el Metro de Londres, que fueron evitados más por los fallos de los propios terroristas que por los logros de la policía británica, lo cual queda patente a lo largo de la película, cuando no les queda claro quién es la víctima y quien el verdugo.

Una película polémica y arriesgada, que trata con sarcasmo el terrorismo, uno de los temas que más preocupan a la población, pero que va tornando en dramatismo según avanza el metraje y empiezan a sucederse las explosiones. Si en su día las caricaturas del profeta Mahoma en el periódico danés Jyllands-Posten suscitaron tanta controversia, ¿cómo se podría interpretar esta película en el mundo islámico? Eso no importa a su director, que rompe así con una de los tabús más fuertes con los que nos hemos topado y además en clave de humor. Es difícil hacer reír de una manera inteligente, especialmente cuando se emplea para ello un humor absurdo que resulta atrevido e innovador, pero sin duda Morris lo consigue. Aunque en algunas partes de la película hay que reconocer que resulta impostado y cargante, a la vez que ingenuo.

Estos cuatro leones lucharán en contra de una cultura capitalista en la que se hallan completamente inmersos, son continuas las referencias a los iconos de esta sociedad (McDonald’s, Disney, Macintosh), más cercana a su realidad que la mentalidad que encuentran en los campos de entrenamiento de Pakistán. Lo que hace ver que ni ellos mismos tienen claro contra qué están luchando ni los motivos de su guerra personal contra la sociedad que los ha acogido. Quizá por ello resulte demasiado fácil hacer una crítica de la ideología islámica desde nuestro punto de vista capitalista, a pesar de que se vean cada día más los fallos de nuestro sistema.

La risa se corta cuando empiezan las explosiones, que irán redirigiendo la película hacia su trágico final, en el que desembocarán una serie de escenas cruzadas en el entorno de una maratón popular londinense, con los personajes vestidos con los más estrafalarios disfraces (“has disparado a un oso o a un wookie?”). No olvidemos que en un entorno donde la muerte está presente, no es fácil olvidarnos de ella tan rápidamente.

Un guión muy cuidado de manos de Morris para el que se tuvo en cuenta la opinión de expertos y que fue rechazado en ocasiones por su excesiva controversia, pero que finalmente fue aprobado para realizar la película al considerar que no era ofensivo para los musulmanes ingleses.

El hecho de que esté rodada cámara en mano le da un mayor dinamismo a la trama y el empleo de planos de transición entre escenas, con un característico efecto de zoom en la cámara en sustitución del eficaz travelling, hace recordar las películas de los años 70 o los vídeos musicales de Abba, con una imagen retro que hace transportar al espectador a otra época, a pesar de que la película se desarrolle en la actualidad.

No queda muy claro si existe una crítica real en el trasfondo de la película en la línea de otros cómicos ingleses como ya hiciera Sacha Baron Cohen con sus personajes de “Borat” (2006), “Bruno” (2009) o “El dictador” (2012), o si fue creada simplemente para obtener la carcajada del espectador. Lo que sí se percibe es una necesidad de liberarnos de la opresión que el terrorismo ha tenido en nuestra sociedad, el estado de alarma constante tras el 11-S, el control en los aeropuertos, la manipulación informativa cuyo objetivo no es más que la desinformación, la falta de credibilidad de los políticos, la insatisfacción y todo ello rodeado de un entorno en crisis económica. Quizá sea la magia de esta película.

Influencias en el cine de terror

Siempre que vemos una película tendemos a buscar los referentes e influencias que han impulsado al autor a hacerla de una manera o de otra, considerando si es un mero plagio o si por el contrario es un homenaje a la obra de otro artista precedente. Algo distinto ocurre cuando visionamos la obra de los pioneros, aquella gente que inventó el cine a principios del siglo XX porque no tenían otros referentes anteriores en el arte cinematográfico y se tenían que nutrir de otras artes como la pintura, la literatura y el teatro, para desarrollar su obra.

Dentro del cine de terror y ciencia ficción son variadas las influencias y referencias pero en muchos casos convergen hacia el cine mudo alemán delos años 20, que toma a su vez su fuente de la pintura realizada en este país a principios del siglo XX centrada en reflejar los sentimientos mediante una realidad deformada por encima de mostrar una realidad objetiva.

Mujeres berlinesas (1915) de Kirchner, cartel de “El gabinete del Dr. Caligari” (1920) de Robert Wiene

Mujeres berlinesas (1915) de Kirchner, cartel de “El gabinete del Dr. Caligari” (1920) de Robert Wiene

 Sorprende al ver “El gabinete del Doctor Caligari” (1920) de Robert Wiene como supone una influencia tremenda en la obra de múltiples directores, pero muy especialmente en la de Tim Burton. Esos decorados torcidos e inclinados que se retorcían como el árbol de los muertos de Sleepy Hollow (1999), película que toma la historia de esta, un asesino manipulado por una mente criminal aún mayor que le ordena matar cuando lo ve necesario. El maquillaje oscuro y forzado también se refleja en los personajes de Johnny Depp en “Eduardo Manostijeras” y “Sweeney Todd”, donde la estética es similar a la mostrada por el sonámbulo Cesare. O las pilas de libros en el despacho de Elder Gutknecht en “La novia cadáver” (2004).

Cesare (1920), Eduardo Manostijeras (1990), Sweeney Todd (2007)

Cesare (1920), Eduardo Manostijeras (1990),  Sweeney Todd (2007)

   Las sombras de Murnau influirán en el cine Noir. La utilización de los contrastes lumínicos que se empleaban en las obras del expresionismo alemán, que aparecen en “Nosferatu” (1922) de F.W. Murnau o “El gabinete del Doctor Caligari” (1920), se repiten a lo largo de la historia del cine, debido a su gran impacto sobre el espectador retornan sobre las ideas infundadas en la pintura de obtener una realidad que exprese sentimientos en lugar de una realidad objetiva. Su utilización ha supuesto una característica base para el cine negro y de suspense, maestros de este género como Alfred Hitchcock u Orson Welles han observado este arte, que se ha diluido en muchas de sus obras.

“Nosferatu” de Murnau, “El tercer hombre” de Welles, “Yo confieso” de Hitchcock

“Nosferatu” de Murnau, “El tercer hombre” de Welles, “Yo confieso” de Hitchcock

Metropolis (1926) de Fritz Lang, sin embargo, crea el género de la ciencia ficción y sienta las bases de la estética futuristas que se repetirá en el cine posterior, películas como “Blade Runner” (1982), “Matrix” (1999) o “Minority Report” (2002) muestran esta idea de futuro con naves especiales voladoras, rascacielos, oscuridad, que ya anticipaba Lang en su cine.

“Metrópolis” de Fritz Lang, “Blade Runner” de Ridley Scott

“Metrópolis” de Fritz Lang, “Blade Runner” de Ridley Scott

Algo similar ocurre con “La noche de los muertos vivientes” (1968) de George A. Romero, mucho posterior a las anteriores, pero que creó un subgénero dentro del cine de terror. Lo que más sorprende al verla es que en ella se suceden todos los elementos que aparecen en las películas del género zombi que se irán sucediendo en la actualidad. Romero crea unas normas que se repetirán en todas estos films modernos, siempre centrado en una serie de personajes (da igual la fecha o el lugar donde se encuentren) con un objetivo común: la supervivencia. Para ello, siguen los clichés creados por Romero, puede variar la forma de infectarse, los síntomas o la resolución del tema, pero confluyen las mismas ideas del género zombi.

La noche de los muertos vivientes (1968) de Romero, Rec (2007) de Plaza y Balagueró

La noche de los muertos vivientes (1968) de Romero, Rec (2007) de Plaza y Balagueró

El árbol de la vida

El árbol de la vida es una de las representaciones más antiguas y que más se ha ido repetiendo a lo largo de la historia, símbolo cosmogónico de la vida, eje del universo y símbolo de fecundidad y resurrección, pasa de la tradición oriental antigua al cristianismo que lo adopta asociándolo rápidamente con Cristo crucificado. Por ello, no parece que el título del último film de Terrence Malick haya sido escogido al azar

Representaciones del árbol de la vida a lo largo de la historia: papiro egicio, cristo crucificado de Taddeo Gaddi en el refectorio del convento de Santa Croce de Florencia (s. XIV), tríptico de Gustav Klimt  (1905)

El árbol de la vida: Papiro egipcio, fresco de Taddeo Gaddi (Florencia, s. XIV) y tríptico de Gustav Klimt (1905)

“El árbol de la vida” (2011) es el sexto largometraje del director estadounidense en sus 40 años de carrera. Una carrera más intensa que extensa, en la que pasan años entre un estreno y otro, debido a lo meticuloso y concienzudo de su trabajo, lo cual demuestra en cada fotograma, con imágenes perfectamente estudiadas a nivel simbólico y formal, planos de cámara complejos y un lenguaje cinematográfico muy personal. A lo que hay que añadir que, debido a que no concede entrevistas ni se prodiga por los medios, su obra permite una mayor libertad de interpretación por parte del espectador, más allá de la verdadera intención del autor.

La estructura de la película se mueve al compás de la música que va sonando siguiendo los pasos de un réquiem en toda su solemnidad. El film es una oración, un poema que se desarrolla a lo largo de sus 138 minutos con saltos en el tiempo, del pasado al presente, retrocediendo a los inicios del universo, y con una fotografía que encandila por su elegancia, y cargada de imágenes sobrecogedoras.

Una película que deja de lado la narrativa convencional, para emplear un lenguaje poético en cada elemento que compone la escena con su simbología, para ir aumentando la narración a medida que avanza el metraje, desvelando la historia que Malik opta por contar, siempre cargado de gran simbología, con un hiperrealismo mágico a caballo entre el sueño y la realidad, en escenas como el vuelo de la mujer o su aparición en un ataud de cristal.

Al igual que los niños de Haneke en “La cinta blanca” (2009) presagiaban la sociedad que generaría el nazismo y la Segunda Guerra Mundial, los niños de Terrence Malik presagian la sociedad que creará la crisis económica actual, tal y como Sean Penn pronuncia al comienzo de la película: “todo esto por una panda de egoístas y la cosa va a peor…”. Y como decía Haneke: “Las guerras del día a día conducen a grandes guerras”. La base del odio empieza por la educación y el amor recibe en el seno familiar.

La educación de los niños mediante una serie de normas estrictas y de gran dureza pero sin ningún tipo de modelo ejemplar a seguir en un ambiente opresivo, con unos valores basados en la fuerza, la disciplina, el respeto a la figura paterna, es decir, los valores de una sociedad americana ideal, que en definitiva tornan en mentiras (se repite continuamente la palabra “mentiroso”), que contradice esa moral con la percepción de que hacer el bien no es garantía de que recibas lo que mereces en la vida, que Dios se puede llevar a niño inocente ahogado en el lago, que tus creencias no harán cambiar tu destino.

La creencia del sueño americano, que acabará destapando la irrealidad de ese sueño americano, con el fracaso laboral del padre, que reconoce reflejar en un hijo los errores cometidos en su propia vida, tras no haber cumplido sus sueños (dedicarse al mundo de la música), en vez de coger un trabajo convencional y frustrante para mantener a su familia.

Hunter McCracken en "El árbol de la vida", Leonard Proxauf  en "La cinta blanca" (2010)

Hunter McCracken en "El árbol de la vida", Leonard Proxauf en "La cinta blanca" (2010)

La historia comienza con el duelo de una madre que ha perdido recientemente a su hijo y deposita en la religión, y en las creencias en un Dios todas sus esperanzas, y termina con una apología de la muerte y la resurrección, siempre relacionado con la vida de Cristo. No se conocen las circunstancias de la muerte del niño, pero eso es intrascendente para el transcurso de la obra.

Se suceden escenas muy bellas y poéticas, los más bellos paisajes de la naturaleza, con volcanes y animales prehistóricos, que contrastan con las que muestran la inocencia del nacimiento, de la niñez en sus primeros pasos, esa inocencia que acaba perdiéndose en prácticas lejanas a la fantasía e imaginación que trata de inculcarle la madre, en pro de valores que le enseña el padre. La simbología de las puertas que abren paso a ninguna parte en las escenas finales, y el enigmático final en que los actores se reúnen en la playa con sus diferentes generaciones.

Técnicamente emplea los contrapicados, con la cámara a la altura de un niño, para ver la perspectiva del mundo desde sus ojos. La ruptura del raccord en las escenas iniciales le confiere ese dinamismo que accidentalmente descubrió Godard, pero que aquí el director emplea con soltura.

En resumen, es una experiencia sin igual, un canto a la vida, que hará reflexionar al espectador sobre los valores de la educación, la religión, la familia, el tiempo, que a pesar de que en la película que se desarrolla en mayoría en Texas en los años 50, parecen lejanos en el tiempo y en el espacio, pero que en realidad reflejan y tratan de explicar el momento presente que estamos viviendo.

Futurama gana el Emmy 2011 a mejor programa animado

Tras una larga interrupción de varios años, la serie Futurama de Matt Groening regresó a las pantallas de televisión con toda la frescura y humor de siempre. Parece ser que la espera mereció la pena, ya que el capítulo «The Late Philip J. Fry» de su sexta temporada ha sido proclamado como el mejor episodio de una serie de animación este año 2011, y es que entre sus competidores se encontraban los Simpson del mismo Matt Groening, South Park, el Show de Cleveland (serie paralela a Padre de Familia) y Robot Chicken: Star Wars Episodio III. Es un placer para los fans de la serie que aún siga consevando su calidad, y que esta sea reconocida.

Cartel del festival de Sitges 2011

Ya se ha presentado el nuevo cartel del festival de cine fántastico y de terror de Sitges que se celebrará este año y ya es su 44 edición en la población catalana del 6 al 12 de octubre. Este año no va dedicado a la inteligencia artificial, ya que se cumple el décimo aniversario de la película de Spielberg.

El cartel en sus dos versiones presenta a unos personajes 100% virtuales, que bien podrían pasar por un perfecto humano, con los avances que se han ido desarrollando en el mundo del cine y los videojuegos, desde que viéramos a aquella espectacular Dra. Aki Ross en ‘Final Fantasy’ (2001), película estrenada el mismo año que la propuesta de Spielberg.

Entre las películas más esperadas el festival presentará ‘Mientras duermes’ de Jaume Balagueró,  ‘Melancholia’ de Lars Von Trier y ‘Contagion’ de Steven Soderbergh.