Es curioso que, al contrario que en otros países, la promoción de la película “Asalto al poder” en España se haya realizado mostrando imágenes de explosiones, humo y accidentes, en lugar de utilizar la imagen de los actores Channing Tatum y Jamie Foxx. Quizá sea porque en la actores actuales no suponen suficiente reclamo para una película de tiros como en los 90 podían ser Bruce Willis, Schwarzenegger o Stallone, al menos en este país, y eso que uno ha sido considerado el hombre más sexy del año y el otro tiene un Óscar en su curriculum. O más sencillamente quizá sea por el hecho de que interesa más que cuando veas el cartel por la calle te recuerde instantáneamente la explosión de la cúpula de la Casa Blanca de “Independence Day” y lo que se haya aprovechado sea sencillamente para el reclamo sea su director, el alemán Roland Emmerich, que suele ser recordado por sus films apocalípticos de destrucción de la Tierra (“2012”, “El día de mañana”, “Independence Day”), pero que ya en los 90 había triunfado con películas de acción como “Soldado universal”, incluso en anteriormente había realizado la ochentera “El secreto de los fantasmas”, que aún recuerdo de mi tierna infancia.
Y esta larga introducción para presentar la millonésima invasión y destrucción de la Casa Blanca, que en este caso no viene de parte de extraterrestres, sino de… (mira tú la originalidad) ¡terroristas terrestres! De hecho también este año la Casa Blanca había sido ya invadida por otros terroristas que también se dedicaron a destruirla. Empiezo a pensar que en Estados Unidos no ganan para reconstruir el emblemático edificio.
La historia no tiene nada de novedoso tampoco, oscilante entre el drama familiar y el político, con personajes un tanto disparatados, como una niña obsesionada con saberse todo sobre la historia de su país y las entrañas del símbolo de Washington, o un guía turístico metido a héroe. Todo esta coctelera para cocinar un panfleto pro-Obama donde su alter-ego Jamie Foxx parece ser lo más salvable del film, con varios puntos divertidos y con la tesitura de representar a un Obama que no solo es un héroe en sus actitudes políticas, sino que también lo es cuando tiene que defenderse de los malos en un cara-a-cara, sin necesidad de apretar un botón y lanzar unos misiles. Channing Tatum no está mal tampoco, pero tiene un papel soso, excesivamente estereotipado, aunque hay que reconocer que en las escenas de acción, que él asegura haber rodado casi todas, puede verse que da la talla.
El otro aspecto que también se debe destacar, si queremos ser justos con el film, son las escenas de acción, que hacen honor al enorme presupuesto que debe tener el film. Un coche blindado dando vueltas en el jardín, aviones explotando, carreras por la azotea y tiroteos en el despacho oval, pueden ser suficiente motivo para atraer al espectador que no quiera complicarse mucho la existencia, pasando un rato divertido, pero no esperen una crítica al gobierno americano ni una denuncia de la corrupción, sino más bien otro blockbuster más donde la Casa Blanca es destruida.