Pattinson Cronenberg DeLillo… Cosmópolis

Pattinson Cronenberg DeLillo… Así cita la campaña de Cosmópolis en todos los carteles que hay por las calles madrileñas, dando un merecido reconocimiento al triángulo (casi equilátero) que conforma la base de Cosmópolis, ya que sin alguno de los vértices hubiera salido un resultado tan redondo. Eso sí, a esos tres deberíamos sumar los nombres de Morton, Giamatti y Binoche, actores bien conocidos que ponen su granito de arena a un texto perfectamente fiel a la novela original.

"Cosmópolis" de David Cronenberg
«Cosmópolis» de David Cronenberg

Hace ya unos meses tuvimos la oportunidad de disfrutar de Cosmópolis (2012), la última obra del cineasta canadiense David Cronenberg, que replantea nuevamente los cimientos de la sociedad en la que vivimos que enfrenta el cinismo de unos pocos al completo desespero de la mayoría.

«He leído un poema en el que una rata se convierte en moneda del curso legal», de una manera tan poética comienza el film con palabras de Zbigniew Herbert, un poeta polaco superviviente de las dos guerras mundiales.

El texto del film es perfectamente fiel a la novel de DeLillo, las frases son prácticamente calcadas del original, en esta obra visionaria, que presuponía el fin de la sociedad actual y la decadencia del capitalismo. De una forma casi posapocalíptica pronosticaba las revueltas ciudadanas sin dar con claridad su brazo a torcer en favor de unos o de otros, siempre destacando el carácter psicopático de su protagonista, un caprichoso broker que recorre las calles en su limusina sin otro objetivo que conseguir que su peluquero favorito le corte el pelo.

La reivindicación de la capacidad artística del actor Robert Pattinson, capaz de moverse en otros registros distintos a la juventud vampírica y meterse en la piel de este joven adinerado, que se encuentra arropado por una colección de secundarios de lujo como son Juliette Binoche, Samantha Morton o Paul Giamatti, que facilitarán su trabajo y con los que compartirá verdaderas reflexiones filosóficas sobre la vida, el placer, el amor, enfréntandonos a la pregunta de, una vez conseguido todo en la vida, ¿y ahora qué?

Un film para ver al menos una segunda vez para reflexionar sobre las palabras, disfrutar los múltiples planos de un escenario único y reducido como es la limusina, que se convierte en esa cárcel dorada de la que nadie puede escapar, un mundo de lujo pero a la vez una trampa mortal para su prisionero. Hago especial hincapié a la banda sonora, intimista y angustiosa, que ayudará a que el espectador se sienta también encarcelado.

Sin duda de rabiosa actualidad y con el mejor Cronenberg que no necesita inventar nada, ya que la potencia del texto ya es suficiente como para que cada diálogo llene el espacio por completo. No se la pierdan.